El_Ahogado

taburete. Empotrada en la pared, una biblioteca con medio centenar de volúmenes incluyendo varios ejemplares de las dos obras que lleva publicadas; "Canción de Amor" y "Falsos Testimonios" En la cabecera del lecho un retrato de García Lorca. Se desviste lentamente, sin dejar de sonreír. Apaga la luz y, completamente desnudo, se mete en la cama. Con los ojos cerrados espera pacientemente a que el poema que ha venido anunciándose todo el día se materialice en un soneto perfecto. Una a una se irán encadenando las sílabas embriagadoras. Conoce bien los síntomas. Aguarda. Aguarda. . . ;pero el que llega es el sueño, con sus limbos grises y sus incoherencias. En esa duermevela lo sorprenden. Siente, casi en sueños, los pasos que se acercan a su lecho, sigilosamente. Siente la mano que levanta el puñal; siente la ráfaga negra que irrumpe en su alcoba .. siente... y sonríe en sueños. A las dos de la madrugada se desató un violentísimo aguacero que se prolongo, con breves pausas y escampadas, hasta el amanecer. El día nace turbio, húmedo y melancólico. Heladas ráfagas de viento se enredan en la; esquinas. Calle tercera, empozada por el deficiente sistema de desagüe, está intransitable. Algunos peatones, descalzos y con los pantalones subidos hasta la rodilla, cruzan chapoteando, desdeñosamente contemplados por oscuros gallinazos ateridos de frío en los techos de zinc. El pueblo despierta lenta y perezosamente, bostezando y dando portazos. Un hombre sacude a su hijita de ocho años que se debate dulcemente en el centro de un sueño agradabilísimo... una vieja, con la canasta de hacer las compras colgándole del brazo, mira con rencor las calles anegadas. . . una joven pareja de amantes hace aún más ceñido el abrazo matutino; ambos tienen los ojos cerrados; en la misma cuadra, una IX

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