Era un levitar de aromas en mis senos una comparsa de libélulas cantándome en el vientre un olor de mangos en las manos esparcido. Era mi cuerpo el lecho de tu río la caverna oscura en que para tu calor hube de inventar el fuego. Multipliqué los panes para tu hambre de niño y se fue deshojando el árbol que cuidé para ti contra el frío de todos los inviernos. En ramas desnudas bajo un cielo de plomo vi tornarse mis brazos extendidos. 1 2
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